Mi obra busca extraer la belleza inadvertida que habita en las “cosas triviales” del día a día. No es un acto de creación expansiva hacia el exterior, sino un retorno introspectivo al origen.
El espíritu japonés del wabi-sabi —la sensibilidad que percibe la belleza en la imperfección y en la transitoriedad— constituye la base filosófica de mi proceso creativo.
Aun con ciertas limitaciones visuales, afino el oído para percibir la existencia de lo “invisible”. A través de la luz, el sonido y los rastros persistentes de la memoria, siento el mundo más allá de la forma, y esa percepción se transforma en vibraciones de color que respiran dentro de mis obras.
Fusiono la vitalidad del Action Painting con el silencio del Sparse Painting, creando mundos que son a la vez dinámicos y serenos. Esa energía en movimiento simboliza la fuerza vital que impulsa la existencia y busca encender una luz de esperanza en quien contempla la obra.
Para mí, la pintura es una forma de “bienestar invisible”. Un acto de compasión que abraza silenciosamente el dolor y la soledad de las personas,generando sanación y conexión más allá de las palabras.
Aunque mis obras contienen las distorsiones causadas por la actividad humana y la degradación ambiental, también reflejan la capacidad regenerativa de la naturaleza,símbolo de la persistencia y la renovación de la vida.
Aspiro a ofrecer un espacio de “diálogo silencioso”, donde cada espectador pueda resonar con su naturaleza interior y recuperar la sensibilidad y la esperanza que creía perdidas.
Concepto artístico
Este conjunto de obras tiene la intención de influir en la sensibilidad humana a través de la estructura del color y el espacio, generando un espacio de alivio interior.